Brasil, tierra de abundancia y hambre. ¿Qué celebrar en 2022?
María Cristina Aureliano de Melo
Ingeniero Agrónomo y Coordinador Técnico-Pedagógico del Centro Sabiá
El pueblo brasileño tiene hambre. Hay 116,8 millones viviendo con algún grado de inseguridad alimentaria, lo que significa más de la mitad de la población brasileña, 43 millones sin alimentos suficientes y 19 millones de personas pasando hambre. El regreso del hambre que afecta a casi el 10% de la población es un gran revés para un país que salió del Mapa del Hambre de la ONU en 2014, cuando menos del 5% de la población se encontraba en esta situación.
El contexto de la pandemia de la Covid-19 empeoró ese escenario, pero desde 2017, datos de la encuesta sobre presupuesto familiar realizada por el IBGE ya apuntaban a un aumento del número de familias en situación de inseguridad alimentaria. Y eso no fue un accidente. Tuvimos un desmantelamiento de las políticas de seguridad alimentaria, con la extinción del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA) al inicio del gobierno de Bolsonaro; políticas sociales, con recortes en Bolsa Família; sumado al fin de la política de apreciación del salario mínimo y el desempleo, que ya estaba en 12% antes de la pandemia. Además, varios programas con impacto directo en la producción de alimentos y en garantizar la seguridad alimentaria de la población vieron reducidos e incluso nulos sus presupuestos, como el PAA, el PNAE y el Programa Cisterna.
En el mismo período, las exportaciones brasileñas de granos y carne de la agroindustria crecieron mucho. En 2020, la agroindustria fue responsable por el 24,3% del PIB y en 2021 deberá superar el 30%. ¿Cómo un país con una producción tan pujante puede tener 19 millones de hambrientos? Para empezar, la agroindustria no produce alimentos, sino bienes de exportación. Con la suba del dólar, el interés de la agroindustria fue invertir donde hay más dinero, importó y dejó falto el plato brasileño. Fue entonces cuando vimos que el arroz y los frijoles aumentaron en más del 60 % durante la pandemia. Además de generar muchas ganancias y no abastecer a la población con precios justos, el agronegocio se presentó con muchas exenciones, fue de casi 30 mil millones de reales en 2019. Esta es la paradoja brasileña, tierra de abundancia y hambre. La imagen que más representa esta contradicción es la fila para donar huesos de res a la población hambrienta de Cuiabá – MT, estado brasileño con el mayor hato ganadero del país.
La forma de superar esta situación ya es conocida y comprobada, apoyando y fortaleciendo la agricultura familiar y la agroecología, generando ingresos en el campo y alimentos para todos. La agricultura familiar es responsable de la producción del 70% de los alimentos que se consumen en el país. Pero se necesitan políticas públicas. El 27/09, la OAB interpuso una demanda ante el STF obligando al Gobierno Federal a implementar políticas públicas para combatir el hambre, a partir de un pedido de la Ação da Cidadania, ONG fundada por el sociólogo Betinho. El STF le dio al gobierno 10 días para responder. Entre las medidas exigidas está el regreso del Consea, la inclusión inmediata de las familias en pobreza y extrema pobreza en la Bolsa Família, la transferencia de recursos complementarios al PNAE y la garantía de su funcionamiento incluso durante la suspensión de las clases presenciales y una inversión inmediata de mil millones en el PAA. Si se gana esta victoria, tendremos motivos para volver a celebrar el Día Mundial de la Alimentación.
- Estos datos forman parte de la Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia de COVID 19 en Brasil realizada en diciembre de 2020 por la Red Brasileña de Investigación sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Rede PENSSAN).
- Encuesta de Presupuesto Familiar – POF 2017-2018 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
- Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
- Programa de Adquisición de Alimentos.
- Programa Nacional de Alimentación Escolar.
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