Las comunidades rurales de Borborema recibirán la visita de asesores y dirigentes rurales de cinco estados del nordeste.
Verónica Pragrana
Periodista de AS-PTA y Rede Ater NE de Agroecologia
En la última semana de abril (del 25 al 28), unas 50 personas visitarán comunidades rurales de tres municipios de la región de Borborema, en Paraíba. Proceden de diversos territorios de la región semiárida del Nordeste, situados en Bahía, Sergipe, Pernambuco, Rio Grande do Norte y Ceará, así como de otras regiones de Paraíba, como Curimataú y Cariri.
¿Y qué te trae por aquí? Los visitantes quieren entender cómo se organizan las comunidades de la Borborema Agroecológica para superar, de forma colectiva, retos como el cambio climático, que ha traído sequías cada vez más intensas y lluvias torrenciales concentradas en pocos días. Para ello, visitarán las comunidades de Benefício, en el municipio de Esperança; Soares, en Queimadas; y Bom Sucesso, en Solânea.
En Soares, por ejemplo, el grupo visitante escuchará a las personas que forman parte de la asociación comunitaria cómo han convertido la unidad y el interés por la vida comunitaria en mejoras concretas para la vida de sus familias.
Juntas, las familias de agricultores consiguieron, con sus propios recursos, reparar las cisternas más antiguas de la comunidad, construidas hace 20 años. Juntos han conseguido ampliar el número de familias que tienen cocinas ecológicas en sus hogares. Juntos se organizan para financiar el carné de moto y de coche para jóvenes y mujeres de la comunidad.
“Después de un proceso de formación que la comunidad ha vivido desde 2020, cada vez hay más personas que participan activamente en la asociación. Principalmente las mujeres, que han superado el miedo a salir de casa para participar en cursos de formación, en busca de más conocimientos. Nunca nos habíamos reunido para analizar la historia de la comunidad. El simple hecho de ser conscientes de la realidad en la que vivimos cambia nuestra forma de relacionarnos con la comunidad”, afirma Mateus Manassés, un joven líder de Soares.
Según Mateus, uno de los motores de esta implicación en asuntos de interés colectivo fue el refuerzo de los Fondos Rotatorios de Solidaridad. “Estos Fondos fueron una bofetada en la cara para todos. Antes ya existían, pero se limitaban a la compra de ovejas y cabras e implicaban a unas 30 personas. Hoy tenemos a más de 60 personas participando en grupos de fondos rotatorios de diversos tipos”, afirma. Los fondos rotatorios de solidaridad funcionan como una especie de ahorro comunitario.
El agricultor, criador de animales y biólogo agregó que, además de los momentos en que construyeron juntos el cronograma de la comunidad, recibieron una inyección de recursos que impulsó la diversificación de productos adquiridos a través de fondos rotatorios solidarios, como lonas para cercar el área de crianza de animales, las cocinas ecológicas, palmas para renovar el viñedo dañado por la cochinilla. “Desde entonces, hemos aprendido a innovar cada vez más. Con los recursos que circulan en los grupos de estos fondos ya hemos hecho pozos negros, incluso hemos comprado prótesis dentales”, añade.
Las sesiones de formación y las inversiones fueron posibles gracias al proyecto Borborema Agroecológica, una de las 11 iniciativas implementadas en América Latina como parte del proyecto Gestión del Conocimiento para la Adaptación de la Agricultura Familiar al Cambio Climático (INNOVA AF), financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y ejecutado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Comunidades organizadas – Según Paulo Petersen, de la coordinación nacional de la ONG AS-PTA, que actúa en la región en colaboración con un grupo de sindicatos de trabajadores rurales – el Polo de Borborema, es imposible hablar de fortalecimiento de las capacidades de las familias campesinas para superar las dificultades provocadas por las sequías sin desarrollar iniciativas que fomenten la autoorganización comunitaria.
“No hay comunidad sin acción colectiva, sin solidaridad, sin acción común. La resiliencia sólo se construirá si hay una comunidad resiliente, si hay una economía solidaria, fortalecimiento de los procesos locales autoorganizados”, asegura Paulo Petersen.
Por ello, es esencial alimentar valores como la unidad y la solidaridad que inspiren la gestión colectiva de los bienes comunes. ¿Y cuáles son esos bienes comunes? “Todo lo que es importante y valioso para la comunidad y que, por tanto, se organiza para cuidar, como el agua, las semillas, los bosques, los pastos, pero también los conocimientos y los equipamientos e infraestructuras colectivos”, explica Denis Monteiro, asesor técnico de AS-PTA.
Los visitantes – Todos forman parte de organizaciones no gubernamentales (ONG), que constituyen la Red de Agroecología del Nordeste ATER. ATER es el acrónimo de Assistência Técnica e Extensão Rural. En otras palabras: son organizaciones que asesoran a las comunidades rurales y tradicionales con el objetivo de fortalecer sus organizaciones. Esta acción de asesoramiento se guía por los principios de la agroecología y la convivencia con la región semiárida.
Además de ofrecer asistencia técnica con enfoque agroecológico, la Red ATER NE también influye en la construcción de políticas, programas y acciones públicas para fortalecer la agricultura familiar, aumentando la oferta de alimentos sanos, libres de venenos y transgénicos, a la población brasileña.
“La reunión tiene lugar en un momento de gran expectativa de reanudación de las acciones efectivas del Estado para apoyar la agricultura familiar y promover la seguridad alimentaria. Durante 15 años (de 2000 a 2015), el Semiárido vivió un ciclo de políticas federales muy importantes, que fueron desmanteladas entre 2016 y 2022. Con el inicio del nuevo gobierno federal, Rede ATER NE y los movimientos sociales rurales se organizan para ejercer la democracia participativa y comprometerse en la construcción de un nuevo ciclo de políticas públicas”, señala Denis.
Y, después de todo, ¿qué es la agroecología? “Es la aplicación de los principios de la ecología a la agricultura”, responde Denis. Explica que, mediante un conjunto de prácticas, la agricultura agroecológica asocia la producción de alimentos diversos al respeto de los ciclos de la naturaleza.
Pero además de ser una práctica agrícola, la agroecología es también una ciencia. “Como ciencia, la agroecología se construye por la interacción entre el saber popular y el que procede del mundo académico”, añade.
Y la agroecología también tiene un sesgo de movimiento social, que aborda cuestiones como la desigualdad entre hombres y mujeres, las relaciones laborales en la agricultura y el medio rural, la defensa de los derechos de la agricultura familiar y campesina, de los pueblos indígenas, quilombolas y otros pueblos y comunidades tradicionales, así como las luchas para denunciar el patriarcado y el racismo estructural.
“Es, por tanto, un movimiento comprometido con transformaciones profundas en nuestras sociedades marcadas por la desigualdad, la injusticia y diversas formas de violencia, especialmente contra los más pobres”, asegura el agrónomo.
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