Mujeres en defensa de Borborema Agroecológica

Por Adriana Galvão Freire
Miembro de la Coordinación Colegiada AS-PTA en Paraíba

Foto: Tulio Martins | Archivo As-pta

Corría el año 2018 cuando un asesor de AS-PTA regresó a la oficina para encontrar un anemómetro en el centro del territorio agroecológico de Borborema, en Paraíba. Esta fue la señal de alarma recibida por el Polo Borborema, una organización de 13 sindicatos de trabajadores rurales asistida por AS-PTA.

La llegada de complejos generadores de energía eólica y fotovoltaica es probablemente la mayor amenaza para el proyecto de desarrollo basado en el fortalecimiento de la agricultura familiar agroecológica, que se ha tejido en el tejido del Polo durante casi 30 años.

La instalación de complejos de producción de energía requiere una gran cantidad de terreno, en una clara disputa y apropiación del territorio. Tras la narrativa del “progreso”, el “desarrollo sostenible” y la “generación de ingresos”, las empresas extranjeras se apoderan y mercantilizan los bienes comunes, causando daños irreparables al medio ambiente, acentuando la crisis climática; a la salud física y mental de la población local; al tejido social y la organización comunitaria; a la continuidad de la agricultura y la ganadería como forma de vida; y al trabajo, la salud, la vida y el cuerpo de las mujeres y las niñas campesinas. Los contratos abusivos con empresas y los realizados bajo cláusulas de confidencialidad ponen en peligro el futuro de la agricultura y la producción de alimentos en la región.

Tras la narrativa del “progreso”, el “desarrollo sostenible” y la “generación de ingresos”, las empresas extranjeras se apoderan y mercantilizan los bienes comunes, causando daños irreparables al medio ambiente, acentuando la crisis climática; a la salud física y mental de la población local; al tejido social y la organización comunitaria; a la continuidad de la agricultura y la ganadería como forma de vida; y al trabajo, la salud, la vida y el cuerpo de las mujeres y las niñas campesinas. Los contratos abusivos con empresas y los realizados bajo cláusulas de confidencialidad ponen en peligro el futuro de la agricultura y la producción de alimentos en la región.

La instalación de complejos de producción de energía requiere una gran cantidad de terreno, en una clara disputa y apropiación del territorio. Tras la narrativa del “progreso”, el “desarrollo sostenible” y la “generación de ingresos”, las empresas extranjeras se apoderan y mercantilizan los bienes comunes, causando daños irreparables al medio ambiente, acentuando la crisis climática; a la salud física y mental de la población local; al tejido social y la organización comunitaria; a la continuidad de la agricultura y la ganadería como forma de vida; y al trabajo, la salud, la vida y el cuerpo de las mujeres y las niñas campesinas. Los contratos abusivos con empresas y los realizados bajo cláusulas de confidencialidad ponen en peligro el futuro de la agricultura y la producción de alimentos en la región.

Foto: Tulio Martins | Archivo As-pta

El movimiento de mujeres del Polo Borborema se ha encargado de luchar por el derecho a existir y permanecer en las tierras donde se criaron, produjeron y construyeron la resiliencia. A través de la Marcha por la Vida de las Mujeres y la Agroecología, la red de mujeres agricultoras del Polo ha denunciado los perjuicios sociales y económicos causados por estas empresas en las últimas ediciones -2022 y 2023, y este año 2024-.

Durante las marchas, alrededor de 5.000 mujeres campesinas toman las calles de los pequeños pueblos que componen el Polo (Solânea, Montadas y Areial), haciendo sonar sus consignas en defensa de su lugar, de su proyecto de vida.

En un año en el que estamos viviendo picos de temperatura y lluvias intensas, la transición energética se ha presentado en los medios de comunicación como una alternativa limpia y moderna para mitigar los efectos del clima, sin abordar el elevado coste social de estos generadores.

En el campo y en las calles, las campesinas claman por la preservación de la naturaleza, de las tierras de producción de alimentos, por el reconocimiento y la valorización de sus experiencias sociales, en la relación entre naturaleza y cultura, como proyecto legítimo de desarrollo del territorio, que respete y proteja las interacciones de las diferentes formas de vida.

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