Manos que alimentan y cultivan la autonomía y la soberanía alimentaria de las mujeres

Juliana Peixoto, Coordinadora Territorial del Centro Sabiá en Agreste

Foto: Darliton Silva | Colección Centro Sabiá

En el territorio agreste de Pernambuco, en los municipios de Cumaru y Orobó, 70 agricultoras reciben desde hace casi tres años asesoramiento técnico específico del Centro Sabiá para mujeres, con el apoyo de la ONG española Manos Unidas. Una parte de este público procede de comunidades tradicionales que acceden por primera vez al asesoramiento técnico, centrado en formas sostenibles de vivir en el campo, como la agroecología y las tecnologías sociales para convivir con la región semiárida.

Al apoyar a las mujeres campesinas en la producción de alimentos agroecológicos en sus patios traseros, el proyecto se ha consolidado como un espacio de acción política para dar visibilidad al conocimiento y al trabajo realizado principalmente por mujeres.

Se están desarrollando una serie de actividades sobre la autoorganización de las mujeres, la igualdad de género, la calidad de vida, la producción sostenible, la producción animal agroecológica, las tecnologías sociales para la adaptación al clima y la vida en la región semiárida, con el objetivo de fomentar la autonomía de los beneficiarios. El fortalecimiento de la estructura productiva contribuye a la soberanía y seguridad alimentaria, a la generación de ingresos, y la mejora de las instalaciones ganaderas se traduce en animales más sanos.

La implantación de la cocina agroecológica supuso un punto de inflexión en la vida de estas mujeres. La tecnología social va acompañada de un horno, lo que permite aumentar las opciones del menú, con gran parte de los ingredientes procedentes de los productos del traspatio que gestionan. Es habitual que digan que, antes, la bombona de gas duraba alrededor de un mes y medio, y hoy dura casi seis meses. Teniendo en cuenta el valor de la bombona, cuyo precio medio en el estado de Pernambuco es de 92,98 reales, esto revela un ahorro significativo para las familias campesinas.

«Con la cocina tuve una vida mejor. La cocina no hace humo, que antes me hacía toser y me ennegrecía las paredes», dice la beneficiaria Isabel Santina. No es ningún secreto que las mujeres realizan gran parte de las tareas domésticas y, en la mayoría de los casos, son las únicas responsables de preparar la comida, lo que las deja más expuestas al humo. Por eso, uno de los principales beneficios que ofrece la cocina agroecológica es la mejora de la salud general de estas mujeres.

Al reducir el consumo de leña y utilizar nuestro bioma de Caatinga de forma sostenible, esta tecnología social es más eficiente energéticamente y combustible, generando una reducción del trabajo doméstico, calidad de vida y mitigación de los impactos medioambientales causados por el cambio climático. Cambios como éstos son posibles gracias al acceso a los derechos y a las políticas públicas. Las familias campesinas y agricultores necesitan asesoramiento técnico pedagógico que apoye cuestiones fundamentales para fomentar una sociedad más justa y una vida digna en la región semiárida.

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